viernes, 9 de agosto de 2013

Su plan

Tenía un plan.

Sonreía impasible ante la tormenta, porque sabía lo que haría después. Lo había meditado largamente y no había lugar a dudas, ni tampoco alternativas razonables. Su plan era todo lo que le quedaba, era lo único que había sobrevivido a los días de lluvia, lo único que no había huido ante el ruido de los truenos… No tenía donde pasar la noche, no tenía a quién abrazarse, no tenía muchas más fuerzas…

Pero tenía un plan.

No era de esas personas que calculan minuciosamente cada paso y eso era algo que pesaba en su alma. Había pensado muchas veces que, de haber sido más cuidadoso con cada pequeña decisión, ahora todo sería diferente. Había querido muchas veces creerse que podría haber tenido el control, y en el fondo sabía que no tenía por qué ser cierto, que algunas cosas sencillamente pasaban. En cualquier caso, no era capaz de hacer cálculos minuciosos, no era capaz de anticiparse a los estímulos.

Y, aún así, tenía un plan.

Sentía el vértigo de quien observa el fin del mundo desde el borde del precipicio. Sentía que el suelo a sus pies era frágil y el aire a su alrededor, violento. Sentía que la vida eran instantes desordenados que ya no podía siquiera atrapar. Y seguía sonriendo, porque esta vez sabía lo que haría después. Esta vez no dudaría, no sería preso del miedo. Esta vez podrían flaquear todas sus fuerzas, pero no flaquearía su voluntad…

Esta vez, tenía un plan.

No era un plan complejo, no podía hacerlos. No era un plan ambicioso, estrictamente hablando, pues él no era de naturaleza avara. No era un plan inteligente, dado que era el primero que hacía jamás. Pero era perfecto, era exactamente lo que necesitaba hacer. Era exactamente lo único que podía hacer.

De modo que se sentó y, sin dejar de sonreír, esperó a que amainara la lluvia y a que dejara de rugir el cielo.

Después, siguiendo cuidadosamente su plan, se dejó llevar.

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